martes, 1 de diciembre de 2009
cepeda
Pasan los años y el viento frío de invierno en la mañana me va a seguir haciendo acordar al olor a mandarina. Aunque pasen días o años,el invierno va a ser para mi, el viento frío golpeándome la cara, chiquita, blanca, con los cachetes colororados, y el pelo largo castaño helado.
Con olor a tierra y mandarina, en la casa de mis abuelos, caminando por las calles de tierra,
y me dan ganas de volver a caminar por ahí y juntar de la tierra los tornillos, clavos enormes, piezas de hierro y alambrecitos que perdieron los tractores, "el regador" o chatas de algunos que pasaron por el pueblo, me dan ganas de ver la forma, la cicatriz que dejaban al sacarlos de la tierra seca.
y aunque pasen los años...
el frío me va a hacer acordar a eso, y lo recuerdo tanto porque no quiero perder esa sensación que tuve tantas veces, y la sensación se hace tan tangible, tan concreta que siento que estoy ahí, en la calle de tierra, levantando tesoros de hierro, disfrutando de los dibujos que forman las nubes y mojándome los labios con la lengua porque se me secan y me arden.
Aunque pasen los años las mañanas de invierno no estoy, no me levanto, no me despierto, porque estoy ahí, no me busquen, estoy con la piel blanca en la calle de tierra, mirando al sol, chiquita, en el campo.
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Que lindo!!! sabe a recuerdo!!! me ha encantado!!! un fuerte abrazo!
ResponderEliminarQue belleza Emi... me hiciste recordar a Molina, a Cañada... a mi infancia de mis abuelos.
ResponderEliminarQué hermoso texto, cuánta emoción...
ResponderEliminaruna maravilla el olor a mandarina.
ResponderEliminarMaría Emilia:
ResponderEliminar¡Cúantos recuerdos hermosos¡-
nutren al alma, en la distancia.
los olores y sabores de la infancia, nos acompañan toda la vida. son parte de nuestro recuerdo emocional.
cómo te conté, vivo en Rosario, tengo un patio grande, con plantas y flores, higuera, testigo de los frascos de mermelada que hago para mi familia.
un mandarino que ocupa la mitad del patio, tortas de mandarinas, no vivo en el campo, pero hice de mi casa, mi propio campo.
me hace feliz.
besos mi muchachita
yo tambien me acuerdo de eso, y del ruido de la abuela emilce picando chiquitito bien chiquitito el perejil,de la radio arriba del torno de la panaderia, de la plasticola que nos poniamos en la mano cuando la abuela tita hacia las flores,de los eucaliptus y las bolsas de nueces que el abuelo raul colgaba para que se sequen. Que bueno que estes ahi de vez en cuando a lo mejor nos encontramos yo estoy a la tarde en verano si nos vemos te invito a jugar a invacion extraterrestre y despues nos comemos unas tortas negras.
ResponderEliminarHola! No se si algún día lean este mensaje. Mi nombe es Nathy, soy Natalia, hija de Matilde...No se ni como encontre´este blog, pero me llenó de emoción y de nostalgia leer lo escribieste María Emilia...Cepeda no ha sido para ninguno de los que por un motivo u otro pasamos por allí...cualquier lugar. Es el lugar en el mundo. Hace muy poco pude llevar a mis hijos a concer el pueblo y por esas cosas que uno no sabe como explicar..lloraban cuando nos volvimos. Tienen apenas 3 y 5 años y sin embargo han podido apreciar lo que les intento transmitir...Ojalá podamos establecer un contacto, mi mail es nathyricardi@hotmail.com Como sea dejo un beso y una lagrima aquí colgada!
ResponderEliminarhola! recien veo esto... hace mas de un año de tu comentario, es que no habia entrado mas por aqui, saludos! recuerdo mucho a Matilde!
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